Viernes 23 de mayo de 2014
El Mar en la Historia de Chile
"Este triunfo y cien más, se harán insignificantes si no dominamos el mar", expresaba Bernardo O'Higgins después de la batalla de Chacabuco en 1817.
La primera aproximación a lo que sería el territorio nacional la efectuó Hernando de Magallanes al avistar y recorrer en 1520 el estrecho que llevaría su nombre y que comunica los océanos Atlántico y Pacífico.
El mar fue vital para los conquistadores españoles, los que recibían a través de este medio su apertrechamiento y los medios humanos para afrontar la belicosidad de los indígenas que se oponían a su invasión.
Debido a la premura en que se efectuaron los primeros hechos políticos de nuestra independencia fue imposible contar con un poder naval, de este modo estos esfuerzos libertarios se vieron ahogados cuando el Virrey del Perú, don Fernando de Abascal envió expediciones para sofocar a los insurgentes, muchos de los cuales no se sentían integrantes de un país marítimo.
Sin embargo, don José Miguel Carrera logró armar las primeras unidades de combate de la Armada, como así dictar sus primeros reglamentos orgánicos, labor que se vio truncada al ser apresado y luego fusilado en Mendoza.
El gran mérito del Libertador, Capitán General Bernardo O'Higgins Riquelme, fue dar gran importancia al dominio del mar en un ambiente que, mayoritariamente, pensaba que era mejor fortalecer el Ejército.
Así, después de la batalla de Chacabuco en 1817 expresa: "Este triunfo y cien más, se harán insignificantes si no dominamos el mar".
Entonces nace la Armada de la República, lo que demanda enormes sacrificios al recién instalado Gobierno.
Se crean la Primera Escuadra Nacional, la academia de Jóvenes Guardiamarinas, antecesora de la actual Escuela Naval, la Infantería de Marina y la Comisaría de Marina, encargada de los abastecimientos de la naciente flota, y se dictan las primeras disposiciones legales para su organización.
La titánica labor de crear una Escuadra vio coronada con su zarpe desde Valparaíso el 10 de octubre de 1818 y con su primera victoria, al apoderarse en Talcahuano de la fragata española "Reina María Isabel" el 28 del mismo mes.
Nuevamente el mar es el medio al cual acude la Corona de España para tratar de dominar al recién instaurado gobierno, enviando una nueva expedición para reforzar sus tropas replegadas en Concepción y Talcahuano, y a aquellas incólumes de Valdivia y Chiloé.
Consolidado el gobierno después de la batalla de Maipú el 5 de abril de 1818 y de la victoria de su Escuadra en Talcahuano, se contrató a Lord Thomas Alexander Cochrane para que iniciara la ofensiva contra la flota española del Pacífico, que permitiera enviar la Expedición Libertadora del Perú, organizada por Chile y financiada por todos los chilenos.
Ello permitió transportar el Ejército a los puntos de desembarco requeridos para batirse con los españoles, bloquear sus puertos, impedir su aprovisionamiento y el reforzamiento de sus tropas y, finalmente, obtener la independencia del Perú.
Pasada la campaña del Perú, el erario nacional quedó muy resentido, por lo que pasada la emergencia bélica fue necesario disolver la Escuadra y licenciar a sus tripulaciones, significando esto un error, debido a la importancia del mar como medio de agresión externa.
En la Guerra contra la Confederación Perú-boliviana hubo un hombre visionario que comprendió el imperativo de dominar el mar para enfrentar al enemigo: el Ministro Diego Portales Palazuelos.
Éste nuevamente creó aceleradamente una Escuadra que permitió ejercer el dominio del mar, controlar las líneas de comunicaciones marítimas y negar su uso al enemigo, lo que otra vez permitió al Ejército desembarcar en los puntos requeridos para batir al enemigo en tierra y obtener una nueva victoria para Chile.
Pasan los años y los gobernantes nuevamente dan su espalda al mar y la Escuadra victoriosa es desarmada porque en sus mentes habían otras prioridades de corto plazo. Esta actitud puso en peligro la supervivencia de la nación cuando Chile tuvo la quijotesca actitud de declarar la Guerra contra España, debido a la amenaza que significaba una restauración española en América del Sur.
Nuevamente es necesario improvisar una Escuadra, que disputa el dominio del mar a la Escuadra española, capturándole la goleta "Virgen de Covadonga", la que posteriormente tendría una gloriosa victoria en el Combate Naval de Punta Gruesa el 21 de mayo de 1879, durante la Guerra del Pacífico.
Y es en el Combate Naval de Abtao donde la Escuadra aliada chileno-peruana pone en retirada a su similar española. Ésta, para dar un descenlace a la guerra, efectúa el bombardeo de Valparaíso, ciudad armada con anticuados cañones, los que son retirados por el jefe de la plaza para no justificar el agravio hispano.
La lección es aprendida y Chile gestiona la entrega de dos corbetas retenidas en Inglaterra y, posteriormente, ordena la construcción de los dos blindados que en la Guerra del Pacífico le dieron la victoria en el mar en 1879.
En ese año Chile entra en una guerra no deseada cuando estaba amenazado por un pacto secreto entre los tres paises limítrofes, que pretendían subyugarlo. Afortunadamente uno de ellos no ratificó el tratado y Chile pudo abrir un solo frente.
Las lecciones de sus anteriores operaciones militares indicaban, nuevamente, que cualquier campaña terrestre debía iniciarse una vez que las fuerzas navales dominaran el mar.
En el Combate Naval de Iquique, el 21 de mayo de 1879, Chile perdió un buque viejo, la corbeta Esmeralda, pero allí se ganó la guerra, pues el Capitán de Fragata Arturo Prat Chacón y una pléyade de héroes crearon una mística, de "Vencer o morir", cuya fuerza impulsó a los marinos y soldados a pelear y defender nuestra bandera, aún bajo condiciones muy adversas, sin rendirla, lo que finalmente les dio la victoria final.
El mismo día, en Punta Gruesa, el Capitán de Corbeta Carlos Condell de la Haza al mando de la goleta "Covadonga" selló la superioridad material de las fuerzas navales chilenas, al vencer con su astucia a la fragata blindada peruana "Independencia", lo que permitió posteriormente obtener el dominio del mar en la Batalla Naval de Angamos, el 8 de octubre de 1879.
Recién entonces, las fuerzas de Ejército pudieron ser movilizadas a sus teatros de operaciones, apoyadas por los cañones de la Escuadra, como por la logística provista por los transportes navales.
El dominio del mar fue la clave para vencer a los adversarios de entonces y esta experiencia no deberían olvidarla las generaciones presentes, ni las futuras.
Posteriormente, la Nación vivió una época de prosperidad en la que sus productos principales, el salitre y el cobre, eran exportados por naves de nuestra bandera y de aquellos paises interesados en comerciar con nuestro país.
Junto con lo anterior, la riqueza y la ambición de poder, coloca a los chilenos en dos bandos irreconciliables, los que apoyan al Congreso y los que apoyan al Ejecutivo, situación que finalmente lleva a un enfrentamiento entre hermanos, la Guerra Civil de 1891.
El Congreso logra el apoyo de la mayoría de la Armada, lo que le dió de partida una enorme ventaja. La Escuadra se concentra en el norte y se adueña de las exportaciones de cobre y salitre, lo que le permite financiar los recursos necesarios para armar un ejército y costear la campaña.
La movilidad de la Escuadra permite al Congreso elegir puntos de desembarco de su Ejército, requeridos para batir a las fuerzas presidenciales.
Finalmente, las tropas congresistas efectúan un desembarco en Quintero el 20 de agosto de 1891 y vencen en la batalla de Concón y batalla de Placilla, dando término al conflicto.
El auge que en el presente siglo han tomado las comunicaciones marítimas y la explotación del mar, en busca de nuevos recursos alimenticios y mineros, ha hecho tomar conciencia de la importancia que tiene el país en la cuenca del Pacífico, más aún cuando Chile está inserto en tres continentes: América, Antártica y Polinesia, que le permite ejercer su soberanía e influencia en extensos espacios marítimos, donde existen inconmensurables riquezas alimenticias y mineras, que en el próximo milenio serán ambicionados por naciones más desarrolladas.
Por ello, Chile requiere de una Armada poderosa que haga respetar sus derechos.